Culturas periodísticas Iberoamericanas

En el periodístico iberoamericano, caracterizado por un modelo periodístico complejo fundamentado en los preceptos de conflictividad, mestizaje e inoculación y apoyado en su condición serendípica y biocéntrica (Oller, 2016), constituyen puntos candentes de análisis (1) las influencias y limitaciones que los periodistas perciben y reciben procedentes del contexto inmediato – dentro de sus propias redacciones – y externo –sociales, culturales, políticas, económicas, etc. –; (2) el papel del periodismo y los periodistas en el cambio político y social; (3) la prevención de la corrupción; (4) la consolidación democrática de estos países y (5) la adaptación, asimilación y adecuación de la profesión a las transformaciones que internet y el avance de las tecnologías conllevan.

Con este proyecto colaborativo se apuntala y fortalece la corriente investigativa empírica de la última década enfocada en el estudio del periodismo y la comunicación iberoamericana, rompiendo así con la escasez de producción científica en el área y su excesiva teorización. Desde que a principios de este milenio Hallin y Papathanassopoulos (2002) certificaran ciertas similitudes entre los periodismos ejercidos en las subregiones iberoamericanas (Cono Sur, Andes, América Central y del Norte, Caribe y Mediterráneo), han ido surgiendo un número considerable de estudios que establecen que, aun siendo histórica y culturalmente cercanas estas prácticas profesionales, existen evidencias históricas que les han llevado a divergir: dispares tipos de gobiernos autoritarios y dictatoriales; cambios de poder y tendencias políticas abruptos/as; diferentes transiciones de regímenes totalitarios a democráticos en las últimas décadas; bajo nivel de desarrollo democrático; marcada brecha ideológica y política; carácter inter/multicultural y cultura híbrida/mestiza; liberalización económica con intentos parciales y aislados de emancipación; grandes desafíos sociales a superar como las recurrentes crisis, inequidad endémica, violencia endógena, corrupción, segregación, polarización, etc.; brecha tecnológica y analfabetismo digital; determinismo del proceso de revolución tecnológica; clientelismo, instrumentalización y concentración mediática; entre otras.

A lo largo de las dos primeras décadas en Argentina, Brasil, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Uruguay han emergido gobiernos de izquierda/progresistas con políticas mediáticas integradoras tendentes a la diversificación del mercado y al ejercicio del periodismo como servicio público; sin embargo, esta situación está revirtiéndose en el último quinquenio debido a cambios políticos abruptos en algunos de estos países – Brasil, Argentina y Ecuador –. Unos cambios que han incentivados la discusión y la polémica generada en torno al rol del periodismo – y los periodistas – y las reformas y nuevas legislaciones en políticas comunicacionales y mediáticas que están visibilizado, aún más, los antagonismos entre los dueños de los grandes conglomerados mediáticos privados – auspiciados y auspiciantes del mercado –, los dirigentes de gobiernos progresistas calificados por muchos como populistas y los propios profesionales de la comunicación (Oller, Amado y Moreira, 2016). En el caso de los países Andinos el rol proactivo del Estado en la regulación del periodismo ha quedado patente en los últimos años con la creación de nuevos organismos encargados de regular los medios de comunicación dirigidos a promover el ejercicio libre de los derechos y las opiniones de los ciudadanos (Suing, Ortiz y González, 2016). En cambio, en México, Chile, Colombia y El Salvador se ha mantenido, e incluso incrementado, la tendencia a la concentración mediática, los procesos de colusión como prácticas periodísticas cotidianas (Guerrero y Márquez, 2014; Hellmueller y Mellado, 2016; Garcés y Arroyave, 2016) y los ataques a/contra periodistas (Hughes y col. 2017).

En los países mediterráneos, la grave crisis económica originada hace una década (2008) agudizó ciertas características endógenas al periodismo del sur de Europa como la concentración de medios. Un ejemplo es España, donde el 58% del mercado mediático esté controlado por tres compañías (CMPF, 2015). De igual modo, Grecia, España, Portugal e Italia están regidos por sistemas democráticos tardíos en los que los partidos tienen fuertes alianzas sociales y consensos políticos (Hallin y Mancini, 2012) y donde el periodismo se ha caracterizado por la baja calidad y circulación de periódicos (Peruško, Vozab y Čuvalo, 2013).

La naturaleza heterogénea de Iberoamérica explica la multiplicidad de praxis periodísticas en los países de esta región y las sustanciales divergencias con respecto a regiones y países de otros territorios del mundo; incluidos los países occidentales que conforman el “norte global” y que hasta día de hoy son tomados como modelos de referencia profesional. Esta realidad regional y local requiere del análisis pormenorizado de las peculiaridades periodísticas inherentes a su propia idiosincrasia y arqueología social. Un compromiso introspectivo y gnoseológico que acarrea para la investigación realizada en la región, en primer lugar, la obligatoriedad de re-conceptualización y re-epistemologización de las bases teórico/prácticas de la profesión periodística iberoamericana y, en segundo lugar, un ejercicio de abstracción e inclusión de la sustantividad de cada una de las realidades locales y universales que conviven de forma paralela, disgregada y amalgamada como fenómenos que forman parte de la vida cotidiana de los ciudadanos y, por supuesto, de los periodistas y profesionales de la comunicación. En otras palabras, la meta final de los investigadores en esta área consiste en acomodar la plétora de hechos, realidades, tareas e ideas que determinan el significado del periodismo en Iberoamérica y quién es periodista. Reto que implica soltar el “salvavidas teórico” para nadar en dirección a las aguas turbulentas que suponen las prácticas profesionales cotidianas de los periodistas que trabajan en las redacciones de los medios de comunicación iberoamericanos – tradicionales e incipientes – en un intento de sistematizar, estructurar y normalizar su praxis en un cuerpo teórico y conceptual capaz de abarcar y englobar de forma íntegra la profesión periodística.

El estudio del periodismo en la región requiere del análisis de la relación dinámica entre los localismos y universalismos en la profesión y de la negociación constante de sus significados y significantes con las autoridades establecidas que ostentan el poder en cada una de las naciones iberoamericanas. Un aspecto que implica la pregunta ¿Cuáles son los niveles de observación que deben establecerse en las investigaciones de periodismo que permitan a los investigadores hallar los detalles y pormenores diferenciadores de las culturas periodísticas locales, regionales y globales? Un reto metodológico que expone los puntos clave de la profesión en cada país y región más allá de los modelos periodísticos regionales definidos como “Liberal Capturado” (Guerrero y Márquez, 2014) en América Latina y “Pluralista polarizado” (Hallin y Mancini, 2004) en los países europeos del Mediterráneo. Propuestas que, aun siendo totalmente válidas y vigentes, actúan como referentes regionales generales para el periodismo en ambas subregiones y requieren de un análisis pormenorizado de las realidades locales y particulares circunscritas a cada país.

Las culturas periodísticas nacionales se constituyen a partir de “principios” contextuales nacionales y las influencias profesionales transfronterizas asimiladas y absorbidas a través de procesos de difusión y transferencia. Por ello, los investigadores en periodismo en Iberoamérica están obligados a conocer los modelos periodísticos hegemónicos procedentes de los países del Norte para poder, de este modo, contrastar con las características propias de la profesión en cada país iberoamericano y las mixturas provocadas por la asimilación y adaptación de estos modelos periodísticos “universalizantes”. Como está comprobado, el ejercicio periodístico y los sistemas mediáticos no se constituyen de forma autónoma e independiente al resto de sistemas que conforman un Estado; muy al contrario, dependen directa e indirectamente de las relaciones de poder creadas entre sus distintas estructuras. Una situación que se acentúa aún más en países en vías de desarrollo o en periodos de consolidación democrática, como es el caso que nos atañe, donde los estándares profesionales de los periodistas se establecen con base a las normas, reglamentos, pautas y criterios externos a la profesión; fundamentalmente económicos, políticos, sociales e ideológicos.

En la actualidad existe una tendencia en la investigación internacional comparada en periodismo que va más allá del estudio de los contextos democráticos consolidados. Tendencia que pretende romper con la parcialidad y los prejuicios de la mayor parte de los trabajos en el área que se han concentrados en el hemisferio norte y que han establecido el “ideal” periodístico a partir de una idea concreta de democracia, provocando la “centralización” de los valores periodísticos que ha obviado a los países con dinámicas y realidades políticas diferentes. Más allá de que estemos de acuerdo con el hecho de que tanto el periodismo como la democracia se requieren y necesitan mutuamente, resulta igualmente cierto que el periodismo es ejercido como profesión en países no democráticos, en vías de desarrollo y con regímenes híbridos, como es el caso de la mayor parte de los países iberoamericanos.

El periodismo iberoamericano está sufriendo un rápido y trascendental cambio debido a la digitalización de la profesión (Salaverría, 2016) y al avance de las políticas económicas neoliberales (Mastrini y Becerra, 2006). Una coyuntura que requiere de un análisis profundo de cada cultura periodística a nivel individual y del conjunto de las mismas desde un punto de vista comparado. Una doble vía de estudio que ayudará a comprender que el periodismo, como institución y discurso, se constituye en un espacio de discusión que actúa dentro de un contexto nacional y regional influenciado trascendentalmente por los procesos políticos, económicos, sociales, culturales, mediáticos y tecnológicos. Más aún en una época histórica en la que las tecnologías están cambiando la propia naturaleza de la profesión a nivel global y que, sin embargo, los cibermedios en América Latina no están aprovechando porque no han hecho aún suyos los procesos de apropiación y transformación que internet y las TIC ofrecen (Said y Arcila, 2011).

Más allá de los procesos estandarizadores (im)puestos por parte del mercado mediático, grandes conglomerados económico/financieros, aparatajes gubernamentales y escuelas/corrientes académicas, las propuestas presentadas en este número especial pretenden operacionalizar los conceptos teóricos difusos, descontextualizados, globalizadores y universalizadores con la intención de crear un nuevo constructo teórico que pueda ser medido y validado empíricamente en la región iberoamericana.

Una propuesta que se presenta como un fin en sí misma debido a que las teorías científicas que han tratado de “esencializar” el periodismo desde un punto de vista reduccionista, estandarizado y estereotipado han sido sobrepasadas por planteamientos más flexibles e inclusivos que abogan por una identidad profesional diversa, dinámica, heterogénea y polifacética que obliga a responder a la gran pregunta: ¿qué es periodismo? a través de otras cuestiones: ¿para quién? ¿dónde? y ¿cuándo? Interrogantes que pueden ser contestados, de mejor modo, a partir de estudios longitudinales que establecen una relación significativa espacio/temporal del propio fenómeno periodístico.

La brecha entre teoría y práctica periodística en Iberoamérica radica en la interpretación normativa de la profesión que, hasta hoy día, ha adoptado parámetros profesionales procedentes de los países occidentales que asocian la noción de periodismo a los modelos políticos y económicos nordistas. Sin embargo, en la actualidad se han hallado evidencias y pruebas empíricas que atestiguan e impulsan una nueva interpretación del periodismo en regiones alejadas de ese “centro neurálgico” que ha supuesto hasta ahora Europa y Norteamérica.

En la región iberoamericana, las democracias en desarrollo de los distintos países suscitan un tipo de periodismo bipolar donde parte de los periodistas consideran los medios de comunicación como “plataformas de diálogo público” y tienen expectativas profesionales dirigidas a apoyar el desarrollo nacional y a denunciar los abusos de poder y los casos de corrupción en favor de un mayor empoderamiento ciudadano. A pesar de ello, este rol profesional proactivo asociado a la responsabilidad social del periodismo encuentra en la práctica un gran número de obstáculos debido a los intereses económicos y políticos de los dueños de los medios de comunicación, los políticos de turno y los periodistas interesados. Unas circunstancias y particularidades que favorecen la transgresión de ciertos códigos éticos y deontológicos en el periodismo iberoamericano, impidiéndole, de este modo, alcanzar los niveles de profesionalización que le permitirían ser reconocido como una profesión consolidada a nivel regional y global.

El carácter institucional del periodismo le faculta para ser calificado como “profesión” en la región iberoamericana. Sin embargo, la práctica periodística está abandonando las “verdades esenciales” que hasta hace pocos años la sostuvieron para acogerse a hechos prácticos, concretos y probados que la definen dentro de un contexto determinado con el que interactúa e influye de forma recíproca. Una convención profesional empírica que lleva al periodismo a constituirse a partir de normas formales e informales que se manifiestan a través de patrones aceptados y asumidos por los periodistas y el resto de la sociedad. Este/os modelo/s profesional/es “empírico/s” evoluciona/n y muta/n con el tiempo y se ve/n alterado/s por las innovaciones tecnológicas y las nuevas realidades sociales, económicas y políticas dentro de un contexto que legitima y garantiza la existencia de un/os periodismo/s “tipo/s” iberoamericano/s con sus propias reglas, prácticas y convenciones profesionales amalgamadas con las costumbres, tradiciones, tabús, creencias, ritos y folclores de una región multi/intercultural y multiétnica.

Aunque no puede obviarse que el periodismo en Iberoamérica comparte a nivel normativo un gran número de patrones profesionales con el resto de periodismos ejercidos en el mundo, la propia idiosincrasia de sus subregiones propone de forma explícita normas que forman parte del día a día de los periodistas y legitiman sus acciones y prácticas profesionales. Una tesitura que conlleva que el periodismo sea desempeñado en un espacio complejo lleno de incertidumbre donde confluyen intereses variopintos procedentes de distintos grupos y asociaciones civiles, organismos públicos y entidades privadas.

Los periodistas en la región absorben los principios profesionales del periodismo, que lo enmarcan e institucionalizan, a través de la socialización producida dentro de las redacciones de los medios. Sin embargo, en los últimos años el rol de la educación superior y la formación especializada en periodismo y comunicación social están haciendo mella en los fundamentos mismos de la profesión. Las generaciones más jóvenes de periodistas que se incorporan al mercado mediático, no siempre como parte de las plantillas de los medios de comunicación tradicionales, toman como base los preceptos teóricos aprendidos en la universidad y los incorporan a la experiencia empírica cotidiana en sus trabajos. Esta socialización difiere de los procesos de aprehensión de la profesión tradicionales porque, aunque en las redacciones las nuevas generaciones comparten sus prácticas profesionales cotidianas con los periodistas más veteranos, en la actualidad el grupo de jóvenes periodistas cuenta con una mayor representatividad en las plantillas de las redacciones y las rutinas periodísticas tienden a ser más técnicas y requieren de mayor formación digital. Por ello, las tradiciones y hábitos profesionales que colmaban las redacciones de los medios comienzan a desaparecer en favor de una comunidad de profesionales que articulan sus trabajos periodísticos de forma más ágil, dinámica y práctica con base en los requerimientos del mercado y las normas legislativas que regulan el funcionamiento de los medios y el ejercicio periodístico. Una situación que, por un lado, refuerza la identidad de los periodistas como un colectivo diverso de profesionales especializados en la comunicación de masas y, por el otro, abandona los fundamentos tradicionales del periodismo.

A pesar de que la educación en la región Iberoamericana está a día de hoy impregnada de connotaciones imperialistas y estandarizadoras, adoleciendo de una falta grave de contextualización y acomodación a las necesidades locales y regionales del mercado mediático, los periodistas a nivel empírico mantienen una actitud flexible promovida por los aconteceres contextuales y las dificultades por las que atraviesa el sector. Unas necesidades y exigencias que requieren de ellos la constante reconfiguración y renegociación de los parámetros profesionales estipulados a nivel teórico y en los estándares legislativos vigentes en los distintos países. Por ello, tal y como destacan Panizza y Miorelli (2013), los periodistas se ven obligados a asumir que el orden, las normas, los valores y las prácticas periodísticas forman parte de un marco más amplio de significados; estando obligados, por ello, a entrar en un proceso discursivo que define el objeto de sus conocimientos y prácticas profesionales.

Los sistemas estructurales establecidos en la región iberoamericana crean y perpetúan las ideas profesionales y los discursos críticos de los periodistas que, a su vez, se ubican en un sistema mediático interdependiente. Una realidad contextual que establece los parámetros de apropiación y aceptación de los discursos mediáticos y permite la constitución de una identidad periodística propia para/en la sociedad. A pesar de ello, existe una relación dinámica intrasistémica que involucra la reconfiguración del periodismo como organización, los periodistas como agentes comunicacionales y el entorno social en un juego de constante readaptación interna de la profesión. Unas acciones y disposiciones contextuales que varían de unos países a otros y que originan diferentes variables periodísticas.

Hoy en día hablar de la sustantividad global del periodismo se antoja arriesgado, más aún en regiones alejadas del Norte Global – geográfica y simbólicamente – en las que los códigos normativos de la profesión difieren en gran medida de las prácticas reales de los periodistas. Donde, además, el rol del periodismo, los niveles de confianza y autonomía de los periodistas y las normas éticas de la profesión se establecen a partir de la interacción con el contexto. De ahí que las propuestas de estudio presentadas en esta publicación conjunta planteen, en un ejercicio de coherencia académica iberoamericana, estudios empíricos procedentes de los análisis de las realidades locales y regionales de los investigadores implicados en las mismas. Unos enfoques investigativos que nos permiten indagar en las culturas periodísticas nacionales a través de las experiencias propias de los académicos y periodistas, consiguiendo, de tal modo, puntos de vista y análisis únicos y contextualizados. De ahí que el objetivo final de este número especial proponga establecer un acuerdo en torno al significado de la profesión periodística en Iberoamérica y las variantes mediáticas institucionales, estructurales y discursivas que constituyen las culturas periodísticas locales, nacionales y regionales.

Bibliografía

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